En la era del preservativo los índices de infecciones de transmisión sexual (ITS), como sífilis y gonorrea, siguen subiendo.
Las enfermedades que se contagian por via sexual parecían, con la llegada del preservativo, extintas. Pero no. La sífilis o la gonorrea, junto con el HPV, han tenido un rebrote en los últimos años.
En Estados Unidos el año pasado se registraron alrededor de 2,5 millones de casos de ITS. En nuestro país, el Hospital Muñiz comenzó a registrar estadísticas desde principios de año y aseguraron que están viendo alrededor de 50 casos por mes de sífilis infectante, esto teniendo en cuenta que la cantidad de casos no detectados multiplica ese número.
Los resultados causan alarma y sorpresa, frente al hecho de que el preservativo es un método de cuidado que viene siendo difundido desde hace décadas. Según el psiquiatra y sexólogo Walter Ghedín “las medidas de prevención se fueron incorporando al discurso y a las prácticas eróticas. Y si bien existen personas que aún se resisten a tomar recaudos o minimizan el tema, tienen conocimiento de los riesgos personales o de pareja”.
Es decir, el que no lo usa, sabe a lo que se expone, ¿sabe? “Existe, sobre todo en los jóvenes, -explica Ghedín- una tendencia no usar el profiláctico minimizando los riesgos de embarazo o de contraer una ITS. La falta de información se une a la osadía juvenil con el clásico pensamiento de ‘nada me va a pasar’. Vivimos épocas de apertura sexual, sin embargo, la presión social sobre los hombres sigue ejerciendo su acción: ‘hay que penetrar, cumplir, complacer’. La representación de la potencia viril como refuerzo a la estima sigue ejerciendo su influencia. Los hombres quieren ‘sentirse seguros’ a la hora del encuentro erótico, lo cual los lleva a no usar profilácticos por temor a perder sensibilidad, cuestión que es falsa. Hay mucha resistencia a usarlo durante toda la relación aun sabiendo que el sexo oral también puede ser fuente de contagio.”
De la osadía a la confusión: lo que contagia y lo que no
Una cosa es la rebeldía juvenil que corre el riesgo, y otra es la desinformación, a veces van de la mano. A esto se le suma el temor o la vergüenza de hablar, de pedir, de reclamar cuidados, en una sociedad en la cual la sexualidad oscila entre el tabú y el factor crucial para una vida “exitosa”. Más sexo, más cama, ¿más vida?
Según la ginecóloga del Hospital Italiano, educadora e influencer en redes Florencia Salort, “el tema de las prácticas riesgosas tiene que ver con que la gente cree que solamente el sexo pene vagina puede llegar a contagiar las ITS, pero la realidad es que tanto el sexo oral como el sexo anal también lo contagian. Como no tienen riesgo de embarazo… y está muy poco usado un doble método: un anticonceptivo tipo hormonal o tipo DIU más el preservativo. Por otra parte, el sexo oral contagia, ni hablar si se traga el semen, y el sexo anal es el que más contagia porque la mucosa del recto tiene muchísimos más vasos y posibilidad de romperse en la relación sexual, tanto heterosexual como homosexual.
A medida que pasa el tiempo, y con un aumento de las relaciones homo, trans, es una práctica que se vuelve más masiva, “el semen es irritativo a nivel de la mucosa rectal y si se eyacula adentro también se produce muchísima irritación de los vasos y laceraciones en el recto que posibilitan el aumento del contagio.”
Charlas en la cama
“Otro tema que tiene que ver con la desinformación es pensar que una primera relación no contagia y que se precisan varios contactos para que esto suceda, cuestión que es falsa. También es falso el argumento de ‘no tengo ninguna lesión ni herida por donde pueda ingresar o trasmitir el virus’. Las microlesiones que se producen por la fricción entre las mucosas se ponen en contacto con la sangre o el semen”, comenta Ghedín.
VIH, sífilis, HPV (virus del papiloma humano), Hepatitis B y C, que pueden provocar inmunodeficiencia, lesiones cutáneas, lesiones precancerosas, cirrosis hepática. Aunque hayan avanzado los tratamientos, nadie elegiría vérselas con ellas. Luego de desterrar mitos, viene el segundo paso, ¿cómo ir de frente con el compañero sexual si sospechamos o que somos portadores o si nos queremos prevenir?
“Hay que terminar con la idea de que la unión de pareja solo podría sostenerse si la verdad se oculta, sin considerar otras razones que tejen la trama vincular como el amor, el respeto, la contención, los proyectos y la capacidad para afrontar los problemas que surjan. Las parejas refuerzan la unión cuando encaran juntos las situaciones críticas que se presenten, incluida una enfermedad de trasmisión sexual, pidiendo análisis, informando y previniendo”. Ghedín.
Diferentes edades, diferentes problemas
Flor Salort arriesga una hipótesis para el rebrote en dos grupos etarios:
– Las mujeres en la post menopausia porque no tienen riesgo de embarazo; y la gente mayor de 50 años porque tiene más posibilidades de tener disfunciones eréctiles (ni hablar si se ponen un preservativo). Tienen la excusa de que no pueden tener la erección y esto forma un círculo vicioso porque ellos no quieren usarlo y la pareja admite o da su consentimiento de no usarlo porque no quiere perder a esa persona.
– Con respecto a los jóvenes, muchas veces se lo ponen mal, se rompe, no lo saben usar. O lo ponen al final, como un coitus interruptus, tampoco sirve.
“Lo bueno es que las ITS es que tienen muchísimo mejor pronóstico, tienen tratamiento. La idea es que toda persona que sea sexualmente activa y que tenga conductas de riesgo tiene que hacerse un examen todos los años, porque cuanto antes se detecten, más rápido se pueden tratar”, concluye la especialista.
Fuente Clarín
Dispositivo Pavlovsky | dispositivopavlovsky@gmail.com | (11) 30484616 Consultas por Whatsapp
Mantenete al tanto de todas las novedades suscribiéndote a nuestro newsletter:
[sibwp_form id=2]