Existe una cierta tendencia a pensar que los consumos problemáticos son sólo aquellos que tienen que ver con sustancias ilegales. En principio, creemos, siguiendo los nuevos paradigmas y clasificaciones propuestos por la OMS y las Naciones Unidas, que existen varios tipos de consumos.
Una sencilla definición de qué se trata un consumo problemático sería la siguiente: Un consumo es problemático cuando afecta nuestra salud; las relaciones con nuestra familia y amigos, en el trabajo; o cuando nos trae problemas con la Ley. Pero no todo consumo es adicción. La naturalización de ciertos consumos socialmente aceptados, son la puesta en escena de la suma prejuicios, falta de información, cuando no también, de ciertas formas de negar la realidad.
Cuando se trata de uso de sustancias, la primera trampa es hablar de “las ilegales” cuando las estadísticas de las guardias hospitalarias, servicios de toxicología, compañías de seguros, por ejemplo, refieren que, las que encabezan el uso y abuso, son “las legales”. El alcohol es la primera causa mundial de intoxicaciones, siniestros y muertes. No es una novedad.
Sin embargo la demonización de “las ilegales”, es la fórmula más difundida. De este modo se reproduce un status quo que da por válidos argumentos marketineros basados en una moralina estigmatizante. Otro de los argumentos es que la marihuana es la puerta de entrada a “todas las otras drogas”. Iremos desentrañando estos latiguillos y la lógica interna que los sostiene.
En nuestra experiencia profesional, hemos podido comprobar, una y otra vez, que las sustancias de inicio, son las que hay en casa, aquellas que como son legales, parecen menos riesgosas, las que están en la cartera de mamá, en la mesa de luz ó en el botiquín familiar. Parece que los medicamentos legales sí pueden ser recomendados por locutores, conductores, amigos, etcétera como si fueran inocuos. Porque la “legalidad” los hace viables como bienes de consumo.
La publicidad de analgésicos, antidepresivos, estimulantes, vitaminas, compuestos energizantes, son los que sostienen no sólo a los usuarios, sino y también a las producciones televisivas. Ahora, nadie parece sorprenderse por la automedicación que se propala con la publicidad no tradicional (PNT), y esto, es alarmante.
Es frecuente escuchar a actrices adoradas por el público afirmar livianamente que toman antidepresivos y que eso les ha cambiado la vida. Si lo son, si han conseguido lo que buscaron por muchos años (fama, dinero, afecto de “su público”, una vida para muchos envidiable), ¿por qué promueven el uso de sustancias? ¿Qué queda para sus admiradoras, las que tal vez nunca “tengan éxito”? ¿Y qué podemos decir de las tiendas y gimnasios (asociados a la “vida saludable”) que venden anabólicos, con total naturalidad, “porque son legales”?
Es necesario tomar seriamente la automedicación promovida por personajes públicos, poderosos propaladores y creíbles, cuyo discurso llega a muchos desesperanzados que abrigan la fantasía de que mediante el uso de las pócimas mágicas se acercarán a una felicidad que, sin dudas, es tóxica y transitoria.
En este sentido, y sólo como ejemplo, conviene saber que hay más de 60 presentaciones comerciales de Ibuprofeno, que es legal, pero no es inocuo, como toda sustancia, legal ó no, tiene efectos adversos y contraindicaciones. Incluso últimamente, un medicamento Evanol, tradicionalmente promocionado, para los dolores menstruales, ha relanzado el producto ampliando su espectro, ahora también alivia los dolores de espalda, oídos ó muelas.
A nadie le son ajenas, las recomendaciones de los amigos, compañeros de trabajo, familiares, que frente a lo que suponen un malestar, prescriben, “tomate medio de ésta, a mí me hace muy bien”, “necesitás relajarte, tomá un cuartito de la azul, y dormís bárbaro” “qué cara de bajón, espantás, con ésta te cambia la vida”. Lo insoportable de tolerar el malestar ajeno.
Pero claro, como son sustancias legales…..entonces. En general es más cómodo hablar de la marihuana, cocaína ó PACO, no porque sean inofensivas, sino porque pareciera que estamos todos de acuerdo. Las mismas personas que se escandalizan por los jóvenes que se reúnen en la esquina a tomar una cerveza y fumarse un “porrito” son las que distribuyen ó abusan de psicofármacos.
Lo problemático no son las sustancias que son inertes y no piden ser usadas. Lo problemático es la variedad de circunstancias que hacen que una persona las use. Lo problemático es la relación que las personas establecemos con las sustancias, legales ó ilegales. Las sustancias, cualquiera sea ella, aún sabiendo sus efectos, son lo menos importante de esta problemática. Lo problemático son las razones por las cuales hacemos un uso problemático, valga la redundancia, de las sustancias, más allá de su status jurídico.
Y naturalizar estas situaciones es problemático. A la vez hay un mito, asociar jóvenes con drogas, ahora si las estadísticas muestran que las más usadas son las legales, y la franja etaria que las frecuenta va de 35-50, entonces porqué seguimos sosteniendo lo que la evidencia demuestra, somos nosotros, los adultos los que más abusamos de las sustancias.
Esto no significa en modo alguno que no haya consumo problemático en los jóvenes, y además que la edad de inicio sea cada vez más temprana. Lo que sí significa ó denota es que como adultos trasmitimos el consumo de sustancias. Los jóvenes no sólo aprenden lo que escuchan en casa sino y también lo que hacemos. Si ellos nos ven compartir psicofármacos con total naturalidad, tomarlos diariamente, recomendarlos, la percepción de su peligrosidad decrece.
Entonces es hora de ir revisando nuestras propias actitudes, somos los adultos, querramos ó no, los que trasmitimos valores y los chicos lo que quieren, lo digan ó no, es seguridad, estabilidad, claridad, límites, y sobretodo adultos que hagan de adultos. Creo que pensarnos desde esta perspectiva es una política preventiva, hacernos cargo de nuestra función y lugar de adultos es el primer paso para promover hábitos saludables. Sin ser rimbombantes sino conscientes podemos prevenir e intervenir sólida y eficazmente, los adultos tenemos que ser creíbles, no infalibles, es un primer paso.
Por la Lic. Laura Gersberg | MN 14613
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